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por Marchelo Mariño “Un Relator con Cariño”

Todo parecía que podía ser la resurrección de Peñarol si se ganaba el Clásico. Y pareció por un rato que era así, cuando el Tony Pacheco pone a su equipo en ventaja, luego de ir perdiendo 1 a 0.

Todo parecía pero simplemente pareció. Enfrente tenían a uno de los dos mejores equipos del medio, con un técnico que sabe lo que quiere de sus jugadores en la cancha y un respaldo de gente y directiva que lo hacen más grande de lo que es. Enfrente Sres., tenían a Nacional, el que de a poquito, como come la gallina, viene haciendo más que bien las cosas.

Un plantel numeroso y con muchas variantes. Siete jugadores juveniles de la Sub 20, recambio en todas las líneas y una hinchada que tiene una cultura de club grande. Claro que este Clásico era bisagra para los dos equipos. Para Peñarol por no caer más abajo, y para Nacional para seguir ahí prendido a los buenos resultados, aunque este Clausura ya tenga prácticamente un dueño.

Y es en partidos de esta envergadura que los equipos grandes tienen que demostrar que están llamados para grandes cosas.

El arbitraje no fue bueno, al contrario, los hinchas de Peñarol reclamaron un par de penales (uno lo sacó Arismendi al Águila Ramírez con el hombro y el otro fue claro penal). Nacional reclamó dos penales discutibles pero con el mismo derecho a reclamar que Peñarol.

Las medidas de seguridad fueron buenas. No dejaron entrar a nadie alcoholizado, con cualquier tipo de material que pudiera ser nocivo para el espectáculo, etc. Detuvieron por disturbios a más de 120 personas, entre ellos a varios menores. El Presidente felicitó a la Ministra del Interior por semejante operativo.

Los Clásicos tienen que ser en definitiva fiestas populares, donde tiene que prevalecer ante todas las cosas el espectáculo. Y vaya si hubo espectáculo con 5 goles. En Peñarol hay alarmar roja y en Nacional bandera verde. Dos realidades completamente distintas para dos clubes que hicieron, hacen y harán grande al glorioso fútbol uruguayo.